La Venta Juradera en los Toros de Guisando, Castillo de la Coracera de San Martín de Valdeiglesias, el Palacio de Villena de Cadalso de los Vidrios.
Resulta curioso como el tiempo entrecruza los destinos a lo largo de los siglos. Un lugar que en la Antigüedad fue, seguramente, sagrado para los Vettones, acabó siendo también el sitio en el que se firmó el destino de España como nación.
Aquella mañana del 19 de septiembre de 1468, la princesa Isabel y su séquito acudieron a aquella pradera de los Toros de Guisando, con recelo a una trampa organizada por los partidarios de la otra princesa de Castilla, llamada Juana, hija del todavía rey Enrique IV.
Lo cuenta muy bien don Camilo José Cela, en su libro de viajes por la vieja Castilla. Sobre su importancia histórica en la composición de la moderna España dice lo siguiente acerca del juramento real: “En los toros de Guisando…se encontraron – el día 19 de septiembre de 1468, lunes – la princesa Isabel y su medio hermano el rey Enrique IV. Hay quien asegura que el encuentro acaeció en una venta que hubo al pie de los toros…La princesa Isabel había partido de Cebreros: la escoltaban el arzobispo de Toledo, los obispos de Burgos y de Coria, sus nobles leales y 200 hombres de a caballo… Don Enrique vino de Cadalso: le daban guardia el maestre de Santiago, el arzobispo de Sevilla, sus cortesanos y más de 3000 jinetes.
La cosa no fue fácil sino, más bien, dolorosa: Don Enrique confesó ante Dios y los hombres, que “aquella doña Juana no que fuese por él engendrada, la cual, la adúltera reina doña Juana, había concebido de otro varón y no de él”.
De esta manera el rey Enrique IV proclamó a su hermanastra Isabel, como heredera del reino de Castilla, en detrimento de su supuesta hija Juana, conocida como la Beltraneja, a la que no reconocía como propia.
Una vez finalizada la jura los dos hermanastros (Isabel y Enrique IV), todos los acompañantes se dirigieron a Cadalso a celebrar la concordia y el futuro del Castilla. Hubo problemas para albergar y dar de comer y hasta de beber a tanto invitado y al cabo de 12 días de festejos se marcharon de Cadalso: el rey y los suyos tomaron rumbo a Casarrubios del Monte, en Toledo; la princesa y su séquito a Ocaña, mientras otros invitados siguieron los caminos de Cebreros y Yepes.
Así terminó uno de los capítulos más importantes de la historia de España. Aquel acontecimiento lo recuerda una lápida colocada en la cerca de la finca: “Aquí estuvo la Venta de los toros. Sitio de la Jura de la Reina Católica. En este lugar fue jurada Doña Isabel la católica por princesa de Asturias y legítima heredera de los reinos de Castilla y León, el lunes 19 de septiembre de 1468”. La inscripción la mandó colocar la marquesa de Castañiza, María de la Puente y Soto, en 1924 para recuerdo de caminantes y visitantes.
Castillo de la Coracera de San Martín de Valdeiglesias
Según la versión oficial, el castillo de la Coracera fue construido por don Álvaro de Luna, valido del rey Juan II, padre de Enrique IV y de su hermana Isabel, futura reina de Castilla, en el siglo XV. Algunas fuentes, establecen la fecha en que el condestable de Castilla decidió construir el castillo en 1434, al ser esta la fecha en que compró, por 30.000 maravedíes el pueblo y señorío de San Martín de Valdeiglesias a los monjes del cercano monasterio de Santa María la Real, dueños de las tierras de abadengo a las que pertenecía toda la comarca.
Sin embargo, existen referencias de una construcción anterior, que algunas fuentes datan en tiempos de Alfonso VII “El Emperador” Rey de León y de Castilla y otras se lo atribuyen a su hijo Alfonso VIII de Castilla, en los siglos XII y XIII. No obstante, la más extendida y generalizada es la de que se construyó durante el reinado de don Alfonso VII (1104-1157). En cualquier caso, esta construcción anterior, distaría mucho de lo que hoy conocemos, tratándose únicamente de un torreón levantado en el pequeño altozano que hoy ocupa.
Además de por Álvaro de Luna y sus herederos, la fortificación ha sido utilizada por distintas personalidades históricas, entre las que destaca la reina Isabel la Católica, que residió en ella cuando fue proclamada heredera de la Corona de Castilla en la conocida Jura de Guisando.
Palacio de Villena de Cadalso de los Vidrios
Bien de Interés Cultural
El complejo palaciego tiene su origen en el castillo-fortaleza que mandó construir don Álvaro de Luna (1390-1453), condestable de Castilla y favorito del rey castellano Juan II, y al que dotó de matacanes y otros elementos militares, dado el ambiente de crispación e inestabilidad que se respiraba en Castilla durante gran parte del siglo XV. Tras su muerte, a consecuencia de las maniobras conspiratorias del marqués de Villena, pasó a manos de éste, don Juan Fernández Pacheco, y de quien toma el palacio su denominación. Tras varias vicisitudes y avatares, los Reyes Católicos lo entregaron como dote al duque de Frías con motivo del casamiento de éste con la hija de Fernando el Católico, doña Juana de Aragón.
El Palacio no se puede visitar, pero sí los jardines y el estanque que forman parte de un parque público, dónde podremos pasear por la huerta del palacio.
Los Toros de Guisando (El Tiemblo, Ávila)
Los Toros de Guisando parecen ser obra de los Vettones, realizados en el siglo III a.C. Son cuatro esculturas realizadas en granito que representan cuadrúpedos, identificados como toros o verracos, y se les atribuye una función mágico-religiosa para favorecer, según dicen, la fertilidad y la protección del ganado; tampoco se descarta que fueran utilizados como hitos demarcadores de zonas de pastos.
Simbolizan la riqueza de un entorno esencialmente pastoril y son una de las mejores manifestaciones artísticas de la España prerromana.
Seguramente agrupados en este lugar por los legionarios como trofeos de sus conquistas, y marcados con sus grabados latinos, estos verracos hablan de las inquietudes de sus creadores, artistas inmersos en modelos de una sociedad que fue sepultada por la romanización.
Los terrenos que ocupan los Toros y las ruinas del antiguo Monasterio de los Jerónimos, han recibido la declaración de Paraje Pintoresco.
La Venta Juradera (El Tiemblo, Ávila)
En este lugar estuvo la llamada Venta Juradera, en la que el día 19 de septiembre de 1468 la infanta Isabel y su hermano, el rey de Castilla Enrique IV, firmaron el pacto por el que Isabel sería la heredera del trono.
La venta servía de avituallamiento y descanso para ganaderos y reses de la Mesta que transitaban por la Cañada Real Leonesa Oriental. Hay constancia de su existencia ya en 1346, pasando a depender posteriormente del Monasterio de San Jerónimo de Guisando en el siglo XVI. En esta época, el edificio tuvo asociado un horno para la fabricación de vidrio. La venta estuvo en pie hasta mitad del siglo XVII, fecha en la que se deshizo y allanó por orden de los frailes “para no permitir las ofensas a Dios que allí se cometían”.
Estuvo dividida en dos zonas, articuladas cada una por un patio, con cuadras y caballerizas. De ella solo quedan sus cimientos visibles a ras de suelo.
Fuente: MADRID. Cuentos, Leyendas y anécdotas. Vol I. Javier Leralta.